TEXTO DE MARÍA JOSÉ MAGAÑA PARA EL CATÁLOGO DE LA EXPOSICIÓN BLANCO SOBRE BLANCO
DESENTRAÑANDO SUEÑOS DE SARA EN EL MUSEO DE PABLO GARGALLO
Me gusta volver de vez en cuando a este museo donde pasé tantos momentos compartidos y emocionantes por lo que suponía el descubrir trepidante de las artes y los mundos. Por aquel entonces, todo lo que allí ocurría era nuevo e interesante para mí, enlazando los días con afectos duraderos y relevantes. De ahí que este lugar sea una parte esencial de mi currículum de vida, y aparezca en mis sueños y nostalgias. Por ello la invitación a escribir un texto para esta exposición de Sara Biassu me pareció muy tentadora, a la vez que me inquietaba mirar mi querido museo desde la lejanía, con una compañía y una historia diferente. Decidí que debía volver a recorrerlo junto con sus obras, dando pasos en un tablero de ajedrez y dejándome guiar por Sara para descifrar el misterio de sus piezas en blanco y negro, que se iría destapando en numerosas veladuras de incertidumbre.
Me he acercado al trabajo de Sara con muchas preguntas que han encontrado respuestas diligentes y reflexionadas, bien sedimentadas de tiempo y experiencias, con dudas resueltas mediante pensamientos y fragmentos de las vidas que giran a su alrededor. Las palabras y la poesía que la envuelven nos ayudan a aproximarnos a ella, junto con las imágenes captadas como ráfagas que se convierten finalmente en testimonios cercanos a su complejo proceso de trabajo y de búsqueda.
Su obra me interesa y me turba por la laboriosidad que esconde, por trabajar desde el barro artesano hasta la sofisticación del objeto de anticuario, por su compromiso con las historias de vida y muerte, y sobre todo por su proximidad a la tierra y a la piel. También por su necesidad de acompañar las imágenes modeladas y encontradas con textos y analogías que despiertan sensaciones y esconden enigmas cotidianos, con sentencias y títulos que destapan significados. Sus obras me remiten a Goya y esas certezas como:
“Quien te creyera…”, “No te escaparías…”…
Comparto aquí algunas de sus respuestas, pues todo en Sara tiene varios porqués:
¿Qué importancia tiene para ti el texto y lo narrativo en tu obra?
Hasta ahora mis obras han surgido de historias concretas, de instantes, de un pensamiento o de una emoción, y en mayor medida de la
desesperación. Todas ellas tienen algo que contar. Todas ellas son importantes para mí, forman parte de mí, y nada en ellas es casual, por lo que no concibo una obra sin título, pues los títulos de mis obras tampoco son casuales. Surgen de momentos vitales, personales o cercanos, de vivencias que necesito materializar, como una catarsis. De la búsqueda de la esencia y su comprensión, o al menos, de su sosiego. Al crear dejo ir y continúo mi camino, más tranquila, más libre. Mis obras son como un grito en silencio que oculto bajo formas e imágenes que buscan la belleza a pesar de su crudeza, de la que quizás surge la poesía. No es algo que me plantee, simplemente sucede, y cuando de la misma manera tengo la necesidad de contar más, de completar el significado de la obra, escribo un texto que pueda servir de guía, incluso para mí, como recuerdo, como parte de ese momento de reflexión.
Y sobre las obras, será el espectador quien decida o no saber más, quien se atreva o no a reflexionar, a ir más allá, sin presión, sin ser juzgado; quien se dejará o no llevar por lo que contempla y por lo que pueda llegar a sentir…yo solo ofrezco la posibilidad.
Trabajas desde la dualidad: blanco y negro, el bien y el mal, lo que se desvela y lo que se oculta, lo público y lo privado ¿Queda sitio en tu obra para la pluralidad?
Mis obras tienen muchos matices, aunque tras un primer vistazo o una rápida explicación parezcan simples, ya que surgen de reflexiones complejas y de su síntesis, desde la que intento crear con un mínimo de elementos y de color lo que quiero expresar. Sin pretenderlo conscientemente, la mayoría acaban materializándose en blanco y negro, entre luces y sombras, pero me encanta el color, y lo utilizo si creo que aporta al mensaje o es inevitable en la obra; así como en mis pinturas al óleo, en las que reproduzco clásicos como Mariano Fortuny, Joaquín Sorolla, Diego Velázquez o Thomas Lawrence, como práctica, llena de colorido, aunque estos quedan en mi colección particular.
¿Crees que tus obras se refieren al mundo de los símbolos y lo imaginario, o tocan la realidad social?
Mis obras surgen de la realidad, de historias vividas por mí misma, por personas cercanas a mí, o por otras con las que he sentido afinidad, por lo que a la vez pertenecen a lo social, pues relatan hechos y también emociones que son tan singulares como universales, tan particulares como colectivas. Se materializan a partir de cualquier suceso que deje huella, aunque se refieran a lo intangible, a las ideas o a lo imaginario, porque la fantasía también forma parte de la realidad, de los deseos y anhelos. No hace falta ser explicita, puede mostrarse como una metáfora, desde lo simbólico, por lo que quizás parezcan pertenecer a lo imaginario, pero se manifiestan desde el ser y su existencia, desde lo real hasta lo aparentemente ficticio, en un juego de constantes en las que la realidad siempre supera a la ficción.
Sara es una artista de los 80, del territorio de Zaragoza, que estudió cerámica, y que se expresa mediante diversos y múltiples lenguajes artísticos sin importarle centrarse en uno, sin limitaciones ni prejuicios, y sin miedo a alejarse de la ortodoxia y el canon; pero sobre todo es una poeta que nos cuenta historias con imágenes, y que nos ofrece entrar en su universo mediante juegos con los que desciframos realidades, sufrimientos, soledades, recuerdos y amores.
Sara ¿cómo ves el ambiente artístico en Zaragoza y en Aragón? ¿Sientes la necesidad de escapar?
Creo que cada artista debe estar en un entorno que le enriquezca, en el que se sienta a gusto y en el que encuentre aquello que necesita para prosperar, pero ese lugar hoy en día puede ser cualquiera, y yo no siento que deba estar en otro lugar. No tengo la necesidad de salir. Las conexiones desde cualquier punto son casi infinitas, y si surge la necesidad tengo total libertad para viajar y regresar si es lo que siento, por lo que no supone ningún problema estar en un lugar u otro. Lo importante es desarrollar el máximo potencial allí donde se esté, sin importar dónde.
Bajo la apariencia de objetos que nos relatan historias aisladas en silencio a medida que recorremos la exposición con los pies y la mirada, reconstruimos hilos de vidas que nos introducen en conversaciones que no son ajenas. Algunas gritan, otras nos susurran desde los albarelos, pero todas nos cuentan cosas y nos hablan de sentimientos universales y
rotundos. Historias ejemplares que pueden haber transcurrido, o no, en lugares lejanos y también cercanos, en blanco y negro, con desvelos de color y dorados, con porcelana, gres y esmaltes, blancos craquelados y satinados, platos de vajilla de hogar y sueños rotos que nos devuelve el espejo. Para que algunas de estas historias no hubiesen ocurrido ¿deberíamos escuchar las indicaciones del “Manual de la buena esposa”? Se aconseja pensar antes desde lo “Blanco”, obra clave de esta muestra o jugar con las figuras tententieso y el azar.
“Y algunas veces, colorín, colorado”…, este cuento está comenzado…
María José Magaña Clemente, en el ocaso del verano de 2019